Supe que algo iba mal nada más despertarme, nunca soporté el aire caliente de debajo de las sábanas, por lo tanto que mi cabeza se encontrara tapada totalmente y que mis ojos se dieran de bruces con la sábana bajera era un mal síntoma. Intenté destapar mi cabeza para respirar pero mi extremidad braceril no obedecía tan simple orden, quizá tuviera paralizado el cuerpo. Tomé impulso sólo con la cabeza y balanceándola conseguí dar media vuelta y que quedara ésta boca arriba, acto seguido con los dientes conseguí ir bajando la sábana hasta lograr ver y cual no fue mi sorpresa cuando atisbé mi propio cuerpo semidesnudo intentando vestirse y dándose golpes contra pared, puerta, lámpara, cama..
Esto sigue siendo parte del sueño en el que él moría y yo no sabía ni cómo ni a quién llorarle, pensé, en el propio sueño invierto su muerte a un "ha sido un error, luego te cuento", no soporté el dolor y lo resucité, pero esto era diferente y aunque no podía pellizcarme estaba segura de estar totalmente despierta. ¿Qué está pasando? dije a punto de estallar en dos lágrimas (pues no me permitiría más por aquello de no poder enjugarlas), mi cuerpo se quedó por un instante inmóvil y comenzó a gesticular, por suerte me lo conozco tanto y tan bien que sé con cada movimiento lo que quiere decir.
- ¿Qué está pasando? -volví a preguntar.
- Uy qué semblante más desencajado, me atrevería a decir si pudiera verte, pero al no ser así diré, uy qué semblante que no adivino a ver -me dijo con el tono o gesto más chulesco que jamás había interpretado mi propio cuerpo.
- Al menos dime cómo hemos llegado a esta situación, tú sin cabeza moreteando todo mi cuerpo con cualquier saliente por no ver y yo cabeza sola y asustada por no saber cómo huir.
- Ay cabecita, pues no tengo ni idea, sólo sé que al sonar el despertador y creer que se me hacía tarde, pues ya ves, (tú sí, que no veo), he empezado a vestirme tan rápido como obstáculos he encontrado, por cierto ¿lo hiciste a posta? lo de poner los bostáculos digo, retomo cabecita... pues que no lo sé y ahora he de dejarte, llego tarde.
- Eh, espera, ¡cómo piensas trabajar sin cabeza! ¡cómo vas a ver la pantalla del ordenador!, va... llévame, ya veremos cómo arreglamos esto, no me dejes aquí -le dije intentando causar la mayor pena posible.
- (Gesto al que no le hacen falta palabras pues alzó su/mi dedo corazón mientras juntaba los demas con la palma).
- ¡Joder cuán falto de educación estás cuerpo!, creí que había cierto cariño entre nosotros -ahora utilizaría la condescendencia- hablaremos y solucionaremos cualquier problema, pero llévame.
- (De nuevo el gesto).
- Genial, querido cuerpo y ahora dime ¿cómo llegarás al trabajo?, te recuerdo que no ves, pues en el reparto yo me quedé con los ojos, responde.
- Iré palpando pues aún me quedan más sentidos ¿recuerdas?, tacto... -jamás creí poder ver a mi propio cuerpo con semejante tono jactancioso.
- Chocarás, lo sabes, lo has hecho incluso conmigo puesta encima tuyo, así que imagina sin ir yo... - y volví a poner cara de buena- va...
- Pero es que siempre tengo que hacer lo que ordenas, vestir como ordenes, actuar como ordenes, sentir como ordenes... esto mi querida cabeza no es plan de vida, piénsalo. Recuerda que yo poseo el corazón y alma y sufro más que tú.
- Ya, va, vale... se hablará de todo, ahora peíname y lávame y con un poquito de esparadrapo me pegas a ti ya veremos más tarde solución a dar.
Y de camino al trabajo me dijo:
- Oye, cabeza, con esta recién adquirida personalidad propia podría estar dándote collejas hasta finalizar el día -dijo.
- Sí podrías, lo que no quiere decir que lo hicieras, vamos sería un acto cruel, somos sangre de la misma sangre, piel de la misma piel. Por cierto, llevas la camisa del revés.
Y de camino al trabajo me fue pegando collejas celebrando motivos, decía: por los botas de tacón de aguja plas, por no quererte plas, por no cuidarme plas, por no mimarme plas, por no ser egoista plas, por removerme tripas plas plas plas, por asustarme plas, por arrancarme pelos plas, por obligarme a hacer ejercicio plas plas plas.....