La Pequeña Esri Lhanca citi.
De como se creó el pueblo y acabó por llamarse Esri Lhanca citi.
Parte II.
- Ya verás como te voy a querer -le dijo a la primera mexicana de ojos grandes y rasgados con la que se topó al bajarse del barco.
Lo siguiente fue mirar inquisitorialmente a su alrededor intentando averiguar en que país se encontraba. El último recuerdo que tenía era una gran borrachera de recién cumplidos los dieciocho y haberse echado a dormir junto unos contenedores, sobre unas cajas, en el puerto, cree. Ocho días más tarde, según su crítico cálculo, se despertó en un barco de bandera tailandesa, junto a una tripulación de ojos rajados junto a piel amarillenta y de los que no entendía absolutamente nada. Durante el singular trayecto sólo logró entender una palabra Sri Lanka, cuando uno de ellos no dejaba de repetirla y con el dedo índice señalarse y con cara interrogativa señalarle a él, ante lo que él decía Yo llamarme Germán Anacoreta, encantado Esri Lhanca, gracias por la comida, buena, buena.
- Si me mantienes esa mirada un ratito más te llevo conmigo a dondequiera que yo vaya -le dijo a la segunda mexicana de ojos negros y rasgados con la que se cruzó.
Sin posibilidad de regresar a su España natal hubo de buscar lugar donde dormir para la primera noche y sustento para el resto de días, corría el año mil ochocientos ocho. Con previsión de quedarse sólo el tiempo necesario para pagarse el pasaje de regreso Germán Anacoreta permaneció en México durante treinta y ocho años.
- Avísame cuando me quieras que te hago un huequito en mi corazón y me enseño a quererte -le dijo a la tercera mexicana a la que paró y preguntó por hospedaje.
El segundo día de permanencia en la ciudad de Mexico encontró trabajo, paseador de perros de grandes y ricas señoronas. De ocho de la mañana a ocho de la noche paseaba, señor él, tantos perros como le cupieran las cuerdas que los ataba a su mano.
- Podría quererte hasta en la otra vida, si en esta te vienes conmigo te haré sonreir en las dos -le dijo a la cuarta mexicana a la que un perro ladró.
Cansado de andares ligeros tras ocho perros andarines decidió cambiar de profesión por otra, cuanto menos, más lucrativa. Durante ocho minutos pensó y se decidio por ser entregador de flores de novios que aman a novias, por la noche robaba flores de los jardines de las grandes y ricas señoronas dueñas de los perros a los que paseó y por el día escribía versitos cortos para entregar con flor a novias tristonas y melancólicas de novios bravucones.
- Si te contara lo que revolvieron mis tripas al verte no querrías separte del resto, todo, lo que las envuelve -le dijo a la quinta mexicana a la que llevó una flor de un novio llorón.
Pero cansose de ir Méjico arriba Méjico abajo con flores a novias tristonas y melancólicas, porque éstas le contagiaban durante ocho minutos las ganas de derramar lágrimas. Y decidió en ocho minutos pensantes nueva ocupación, y se decantó por cantante de rancheras con ligero tono andaluz. Y así estuvo durante ocho noches amenizando calles, bares, plazas, estanques y demás.
- No creo que exista amor más tácito que el que acabo de sentir por ti, pídeme que lo mantenga durante ocho segundos más y tú me creerás-dijo a la sexta mexicana con la que se cruzó pero que ni casi vio.
Ronco de tanto cantar y con el bolsillo también ronco de frío abandonó la profesión de cantante por la de hablador cariñoso a gallinas ponederas para el digno aumento de huevos, y así durante ocho segundos escribía y escribía versos que luego recitaba con infinito tesón a toda gallina que quiso acercársele.
- Con ese lindo caminar y mi manera de recitar no quiero ni pensar los hijos que podriamos dar, así pues ven que te cuente.... -dijo a la séptima gallina que por delante le caminó pues no se encontraba allí mexicana a la que decir ni mú.
Aburrido de tanta ave y sintiéndose con poca atención prestado pensó en sucesivos ocho segundos en la siguiente profesión, y ya que junto al monte estaba y nostálgico de montes andaluces se sintió, se decantó por hacerse hacendado de la industria maderera y así lo hizo. Terrateniente se hizo, tierras y montes. Troncos que cortar. De acaudalado bolsillo.
- Te querré menos que tú a mí pero lograré hacer que algo te apriete dentro -le dijo la primera mexicana que se le plantó brava y él, sin remedio, sucumbió.
De regreso a España, tras los treinta y ocho años y con su mexicana y con su apretar dentro, pensó, durante ocho largos segundos, en su dedicación al llegar. Rico, riquísimo construiría un pueblo de habitantes con nombres raros, con administraciones arrejuntaditas en un sólo edificio, de gente feliz y cuyo único requisito será estar enamorados, conseguiría mantenerlo apartado de todo. Dedicaría otros ocho segundos a pensar en el nombre a dar.
Una vez construido pegó un cartelito que decía así:
Bienvenidos a Esri Lhanca citi.
13 enero, 2006 12:40
Brutal. Cojonudo. La hostia y todas las expresiones malsonantes que te surjan espontáneamente y que paradójicamente, tratan de expresar admiración en lugar de enojo
Yo solo digo que lo de Macondo debió empezar de forma parecida :-D
Se feliz top
13 enero, 2006 13:27
Zifnab seguro, seguro que empezó así. Y seguro, seguro que mi originalidad acaba así :-)
Oiga, gracias, por el resto. top
13 enero, 2006 21:44
Uf! que largo. no?
Espera que me lo leo y digo algo
je,je.
Perdon, llevo tiempo sin escribir en blogs y tenia mono de comentarios! procurare controlarme
Un beso top
14 enero, 2006 01:15
Que?. Ha quedado un poco lacónico.
Un beso para la propietaria top
14 enero, 2006 01:45
mmmmm , me ha dado un vuelco el corazón de imaginar que esa primer mexicana pudo haber sido mi Tía Regina... (de la que ya te contaré..;)...)
Y tomándo absolutamente el entusiasmo y bien atinado piropo del señor Zifnab... sólo agregaría que es...
una absoluta y encantadora maravilla!!!!
Claro viniendo de ti...no se puede esperar menos!!
Muchos besos niña linda. top
15 enero, 2006 14:27
Zifnab el Padre Fortea te está llamando.
Gasterópodo sí, creo que en exceso. Sé cómo empezarlos, los voy escribiendo, se me van ocurriendo más personajes, historias paralelas, hechos... y cuando retomo ¡hala! amasijo de palabras, largo, largo :-)
Besos :-)
Zifnab yo añadiría, tajante... también le quedó tajante.
Un beso mago.
Cieloazul cuente, cuente esa historia de su tia, no me deje en ascuas :-)
Y siempre, siempre, siempre me deja con una sonrisa feliz. Gracias. top