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sábado, octubre 21, 2006 |

Ella. Parte I.

- Me sorprendió cuando me dijo eso de "es que yo sin ti no sé dónde ir". Y es que me lo ha revolucionado todo, desde mi vida, mi ropa, mis relaciones... todo, y yo así no puedo vivir, no puede pretender pasarse la vida pegada a mi pierna -le dijo mientras dirigía vistazo a ésta.

- ¿No has probado no sé... trasplantarla? -le increpa vigorizando la cuestión.

- En un principio, nada más brotar, pensé sesgarla pero creí que acabaría desapareciendo, más tarde comenzó a hablarme en verso, con rima, por lo general, asonante, y de ahí que di comienzo a una extraña relación, amo con pierna con rama, y creyéndola un miembro más, que no de nacimiento pues los que lo eran no me hablaban en verso, pasó a formar parte preciada de mi vida.

- Entonces, querido amigo, lo tienes crudo -le dice manos en bolsillos, brazos rectos y hombros cubriendo cuello.

- Eso mismo creo yo. Era, al inicio, un pequeño brotecito tierno y hasta agradable que se instaló en mi pierna, pero sucede que la muy usurpadora fue creciendo, y ya mide metro y medio, y ahora va en paralelo a mi brazo en cruz. Pero, igualmente, sucede que iniciamos charlas, la rama de olivo y yo, ella me hablaba en verso, al principio reaccionaba éste, con el que hablas, indignado por su atrevimiento y comportamiento pero al pasar el tiempo acostumbrome y yo no podía dejar de escuchar atentamente cada uno de sus versos para luego ir descifrándolos y memorizándolos hasta hacerlos míos. Y, ahora, por tercera vez sucede que sólo quiero que me diga me hable me comente me comunique me trate me concerte me articule versos me.... -suspira e inspira seis centímetros cúbicos de aire- escucha, ayer, sin ir más lejos, me dijo:
"al que está arriba,
que es mi dueño,
aunque esté parlante
yo.. me duermo"
-y vuelve a suspirar-. Y calló en dulce sueño, lo noté porque no habló más.

- Pues, querido amigo, claudica, admite y cede. -le dijo mientras intentaba darle una palmada en la espalda de aprobación reprimida por la extensión de la rama de olivo, así que rodea a éste y da palmada en el hombro equidistante-. Hace unos meses, ahora sé, comprobé miradas, gestos, actos, rasgos a tu rama. Incluso comprobé, estupefacto, como incitabas leves movimientos al músculo sobre tu fémur, y así agitar los brazos de tu rama de olivo para que sus hojas rían en vaivén y tú esbozando una sonrisa con ganas de abrazo. Estimado amigo, claudica, admite y cede.

- No me creas, no me creo, pero... sé que la llevo dentro, a la rama. Escucha y mira -y mueve caderas que agitan rama y ésta parece que ríe.
Ella. Parte II y desenlace y fin final finalísimo.
Dos años han pasado, dos desde que dejamos al tipo con su rama de olivo creciéndole perpendicular a su pierna. Dos años de miradas furtivas, de caricias de hojas, de florofilia amorosa, de guiños y tremendas risas, pero un día...
- Mañana -recostándose ambos que estaban- necesitaré tiempo a solas. Y no sé cómo hacerlo... dime tú -y volvió sus hojas a él-.
- Pues unida a mi pierna estás, y me encuentro en igual situación que tú, física, de unión querida -dijo él sin volver sus ojos a ella-.
- Uhmmmm... dejaron mis hojas hace tiempo de erizarse ante tu tacto y mis ramas no se agitan cuando tu músculo de tu muslo contraes, no lloro cuando estrechas mis ramas, no hago rimas con todas mis frases, dime tú cómo puedo estar mañana a solas.
- Sigue mi tripa nervioseando cuando ríes -dijo él, ahora sí, mirándola- y mi garganta henchida sin dejar saliva tragar, la emoción al verte mover no me deja respirar, me turbo sólo con imaginarte... pero dime tú cómo hago para que mañana estés tiempo a solas, porque me estrujo a deshoras y a horas mi pensamiento y no sé, no logro saber. Pero ¿y si me giro tanto que no se crucen tus hojas y mis ojos y consiguen que tengas la sensación de estar sola?.
- No servirá. Duerme y gírate. Yo me mantendré despierta. Mañana tú dormirás y yo abriré las hojas. No sé.
Con los ojos ya cerrados y girado, el dice ahora:
- La primera sensación que tuve al sentir brotar tu primera hojita verdosa en mi muslo fue de dolor, de intenso dolor. Pero sucumbí ante tu verso fluido y ante tu menear de hojas elegantemente distante y ante la mirada radiográfica de tus hojas y me diste vida..., sucumbí rama, y si ahora te marchas me matas rama.
Y él durmió de forma imbécil. Y ella se mantuvo despierta agitando hojas de par en par, libre pensaba. Él al día siguiente a su despertar de manera automática, tanto que asustaría, toco muslo acogedor de rama, suave éste y sin rama que le ocupara, lloró tres lágrimas únicamente, que aunque certeras eran, por varón fuerte se era tenido y consentido, su consuelo fue sentirse imbécil, pues imbécil profundo era, por dejarla escapar -pero esa es otra historia que nunca estaría dispuesta a contar-. A ella aún, hoy, se la puede ver con un stand itinerante en carrefour o alcampo o eroski o mercadona... con aspiración no ambulante de permanencia en el corte inglés vendiendo sombras acogedoras a aquellos que fuman rápidos a la entrada de grandes comercios y que son quemados por el sol apurando un exhalar de humo. Aún la acompañan más de tres lágrimas y con el paso de los días se le suman más por todos aquellos a los que cobija en sus hojas y que no aciertan a mirarla como él la miraba.

miércoles, octubre 11, 2006 |

Me & mis suposiciones.

Supongamos que soy uno de los seres más tontos que habita este planeta, y podría ir más allá diciendo que este alegre y dicharachero comentario no se limita sólo a este planeta sino que se extiende a ser el ser más tonto que habita el universo conocido y el que aún resta por conocer, basto él en su inmensidad desconocida. Supongamos, igualmente, que me causa un cansancio que me extenúa hasta límites insospechados el ponerme en lugar de otros, siempre, siempre, siempre y entender, entender, entender y comprender, comprender, comprender. Supongamos, finalmente, que mando todo a tomar por culo.
Así que andaba yo un día, pongamos por ejemplo el lunes, temerosa de algún dios menor cuando decidí inscribir a mi cuerpo, que no mi mente, al gimnasio, "spinning, con dos enes" me susurró una voz vengativa y áltamente sarcástica. Me puse en lugar de esa voz y de nuevo cometí el craso error de empatizar con ella y montar en bici cruel y estática.
En los diez primeros minutos me debatí entre llorar amárgamente o llorar elegántemente. En pleno debate con mi muy afectuosa yo llorona, y mientras yo no le oía, el señor monitor -sin pantalla él, pobre- debió indicar que frenásemos para que la sangre volviera a su recorrido habitual, pues ya la mía dio los primeros síntomas de salir echando leches. Pero como indiqué, unas dos líneas atrás, yo no le oí. Y -merecido comienzo de párrafo-...
Y despegué tan majestuosamente y a tal velocidad que en un chasquear de dedos estaba sobrevolando el Taj Mahal, la zona sur de Australia, la mitad del oeste americano, la campiña francesa (tal tranquilidad en el vuelo en la spinning bicicleta estática se respiraba que recordé que debía meterle el bajo a unos pantalones y dicho y hecho pues metí mi mano -dos de los dedos que antes chasqueaban-, en un bolsillo y saqué una aguja ya enhebrada y presta y con puntadas preciosas procedí y cosí el dobladillo), el sudoeste asiático, el recorrido del transiberiano, la zona polar templada, las llanuras de algún sitio llano como el serengeti o la sabana, sitios achuchados de Japón, Alejandría milagrosa, Júpiter y como se me hacía tarde giré en un dos tres ya y sobrevolé la Alhambra, pero ahora muy despacio, tan despacio que me permitiera saborear cada piedra. Y regresé al pelotón, intactos ellos, intacta yo.
Supongamos, pues que mediante algún instrumento electrónico o un pequeño electrodoméstico me envías un mensaje cuya leyenda sea "dame besos". Pues eso.

viernes, octubre 06, 2006 |

Isthar inquirió un ¿sabías que...?

Pues ella es chica lista e imaginó que yo soy chica curiosa y tremendamente impaciente, por lo que, y sin entrar en un como deciamos ayer, continuaré sin introducción, pues lo contrario no haría sino más aburrida esta ya de por si insulsa y aburrida historieta.
Encontrábame en un taxi rumbo a un lugar -el que os plazca, pues da igual que inventada no es- plácidamente acompañada por dos, Miguel Ángel y el pálido David, ambos resucitados y ambos dos viajeros en el tiempo. Tras contarles con alegre soltura de que iba este, nuestro siglo, y cantarles Vicious, a petición de los susodichos, de La Velvet Underground, comencé un interrogatorio en tercer grado al principio, cuarto, quinto, noveno tras dieciséis segundos, con el que pretendí respuestas -me dieran ya- a su increible resurrección y a su no menos sorprendente viaje en el tiempo.
Dieciséis horas de amable, risueño y alentador interrogatorio dieron para dieciséis horas de conversación -gran frase, que podeis usar totalmente libre de copyright-, por lo que, lo que aquí más abajo expongo es un breve extracto de tan glorioso e inolvidable momento.
Yo- la la la lerele lili la la lalalala... y ahora os voy a cantar Sweet Jane, ni ninini niiiii -afinando mi voz- Standing on the corner, suitcase in my....
David- ¡Por todos los dioses del bajo Egipto deja de cantar!, está bien contestaremos tus preguntas, pero escucha, sólo si abandonas ese hábito de cantar delante o a unos quinientos dieciséis metros de nosotros, ambos dos.
Miguel Ángel- Así sea, pregunta pues.
Yo- Sólo dos cuestiones me inquietan, ¿lo del viajecito? y ¿ambos muertos estaban los dos, no?.
David- Quizá, querida tú, debiera comenzar yo, querido yo -y ríe y explicándome dice- una pequeña broma por lo de la rima, en fin... retomo diciendo que quizá debería comenzar yo, si a bien tiene el permitírmelo éste mi hacedor, y si no veo en el gesto ladeante de cabeza, que no lo veo comenzaré por tu segunda cuestión pues tras ésta la primera respondida será.
Yo- Standing on the corner, suitcase...
David- Ya, para ya impaciente fémina -respira profundo- ya. Mi hacedor tras colocarme en idéntico podium el lugar visitado, de repente dejó de venir a verme, comentando el hecho, que en profunda tristeza me sumía, con los otros mis iguales caimos en respondernos que había fallecido en vida, pues lo contrario extraño sí que sería, el de haber fallecido en muerte digo, no sé si me vas siguiendo -sí asentí con una mueca de medio sonrisa-. Y viéndome abandonado y sólo de por vida caí en la más profunda de las tristezas que me hizo brotar ojeras negras y profundas, músculos fofos, surcos lagrimosos, pucheros en vez de boca... y así un largo eteceterraceterceter... ay que nunca sé cuándo acabar los etecetereceterce... ya, prosigo, feo, feo y más feo quedé. Alarmados en Florencia, todos, ante mi fealdad y declive resolvieron devolverle la vida a mi hacedor para mi recomposición y esta se llevó tal cual, así sin más.
Yo- Standing on the corn....
David- Ay que sólo paré para tomar aliento, impaciente eres. Ese sin más -dijo mirando de reojo asustado al otro- consiste en lo siguiente, cada habitante de Florencia debía cortarse un trocito de vena, con todos ellos obtuvimos una vena de enormes dimensiones, yo diría que incluso llegaba a Milán así estiradita. Con esta vena Florentina ya sólo restaba introducirla en el cuerpo inerte y ya a punto de la putrefacción de él -con mueca torpe señala al otro-, por lo que con una pequeña incisión en el dedo gordo del que ya sin vida estaba saqué, chupando, toda su sangre, el secreto está en chupar un poquito pero firmemente una pequeña cantidad, vuelcas pie... y conseguido, sale toda. Ya sólo restaba elevar la vena venosa de los amables cededores e introducir la sangre. A los dieciséis minutos éste ya andaba inquiriendo -como la niña que igual hizo- sobresaltado sobre su nuevo estado. ¿Contestada pues?.
Yo- Uhmmmmm....
Miguel Ángel- Espere vos, no sé si pensabas comenzar a cantar, no lo hagas ya que te contestaré yo a la primera pregunta, si éste blanquito lo tiene a bien, ¿si?. Pues yo, querida persona, he de remontarme a mi estado muerto para que entiendas cómo fue lo del viaje en el tiempo, seré breve pues advierto lo que tú ansías respuesta. Una vez cerré ojos y muerto me hallé me dirigí a una luz brillante naranja cegadora. Anduve no sé cuánto tiempo, eterno me pareció, y llegué a un after con luces, ahora sí, de más colores, aunque de igual efecto cegador. Y en aquel desconocido lugar me llegó un tal Winston Churchill con el cual mantuve una agradable charla sobre filosofía y demás sentires de varios siglos, creo. Me invitó con ademán grácil, sólo el ademán, a seguirle, me indicó posibilidades, lugar rojo llamas calor o lugar azul agradable etéreo feliz, elegí la segunda opción, pues me iba a juego el color con mi túnica. Él, Winstoncito, como me dijo que le gustaba que le llamasen me dibujó un pequeño mapa entre calada y calada de un enorme puro. Con un leve pero enérgico empujón me lanzó a seguir mi camino, dijo "pareces listo, pero estoy seguro de que no lo seguirás, no sé... pero creo que no lo seguirás, esto de los caminos dibujados nunca se sigue, ve tunicoso". Y así hice. Andé, andé y andé. Y andé, andé y andé hasta que milagrosamente resucité con sangre de Florencia, historia que ya sabes. David, cansado de ser escrupulósamente mirado y escudriñado, me instó (del lat. Insthar) bajo amenaza llorosa de chuparme la sangre del pie a continuar nuestro camino, mire mapa en mano vamos pero, no, no encontramos. ¿Vos no sabría de un lugar azul, agradable y los etcétera de mi obra?. Y aunque temo no haberlo dicho, sí, fin de la historia es.
Yo- Me temo que no, que no sé de caminos, decidídamente no. Yo, señores ambos dos, me bajo ya, y lo mejor que les deseo ¡leñe!.
Y tras sentirme ridícula diciéndoles un leñe a tales personajes, me bajé del taxi y continué cantando un Standing on the corner....