Ella. Parte I.
- Me sorprendió cuando me dijo eso de "es que yo sin ti no sé dónde ir". Y es que me lo ha revolucionado todo, desde mi vida, mi ropa, mis relaciones... todo, y yo así no puedo vivir, no puede pretender pasarse la vida pegada a mi pierna -le dijo mientras dirigía vistazo a ésta.
- ¿No has probado no sé... trasplantarla? -le increpa vigorizando la cuestión.
- En un principio, nada más brotar, pensé sesgarla pero creí que acabaría desapareciendo, más tarde comenzó a hablarme en verso, con rima, por lo general, asonante, y de ahí que di comienzo a una extraña relación, amo con pierna con rama, y creyéndola un miembro más, que no de nacimiento pues los que lo eran no me hablaban en verso, pasó a formar parte preciada de mi vida.
- Entonces, querido amigo, lo tienes crudo -le dice manos en bolsillos, brazos rectos y hombros cubriendo cuello.
- Eso mismo creo yo. Era, al inicio, un pequeño brotecito tierno y hasta agradable que se instaló en mi pierna, pero sucede que la muy usurpadora fue creciendo, y ya mide metro y medio, y ahora va en paralelo a mi brazo en cruz. Pero, igualmente, sucede que iniciamos charlas, la rama de olivo y yo, ella me hablaba en verso, al principio reaccionaba éste, con el que hablas, indignado por su atrevimiento y comportamiento pero al pasar el tiempo acostumbrome y yo no podía dejar de escuchar atentamente cada uno de sus versos para luego ir descifrándolos y memorizándolos hasta hacerlos míos. Y, ahora, por tercera vez sucede que sólo quiero que me diga me hable me comente me comunique me trate me concerte me articule versos me.... -suspira e inspira seis centímetros cúbicos de aire- escucha, ayer, sin ir más lejos, me dijo:
"al que está arriba,
que es mi dueño,
aunque esté parlante
yo.. me duermo"
aunque esté parlante
yo.. me duermo"
-y vuelve a suspirar-. Y calló en dulce sueño, lo noté porque no habló más.
- Pues, querido amigo, claudica, admite y cede. -le dijo mientras intentaba darle una palmada en la espalda de aprobación reprimida por la extensión de la rama de olivo, así que rodea a éste y da palmada en el hombro equidistante-. Hace unos meses, ahora sé, comprobé miradas, gestos, actos, rasgos a tu rama. Incluso comprobé, estupefacto, como incitabas leves movimientos al músculo sobre tu fémur, y así agitar los brazos de tu rama de olivo para que sus hojas rían en vaivén y tú esbozando una sonrisa con ganas de abrazo. Estimado amigo, claudica, admite y cede.
- No me creas, no me creo, pero... sé que la llevo dentro, a la rama. Escucha y mira -y mueve caderas que agitan rama y ésta parece que ríe.
Ella. Parte II y desenlace y fin final finalísimo.
Dos años han pasado, dos desde que dejamos al tipo con su rama de olivo creciéndole perpendicular a su pierna. Dos años de miradas furtivas, de caricias de hojas, de florofilia amorosa, de guiños y tremendas risas, pero un día...
- Mañana -recostándose ambos que estaban- necesitaré tiempo a solas. Y no sé cómo hacerlo... dime tú -y volvió sus hojas a él-.
- Pues unida a mi pierna estás, y me encuentro en igual situación que tú, física, de unión querida -dijo él sin volver sus ojos a ella-.
- Uhmmmm... dejaron mis hojas hace tiempo de erizarse ante tu tacto y mis ramas no se agitan cuando tu músculo de tu muslo contraes, no lloro cuando estrechas mis ramas, no hago rimas con todas mis frases, dime tú cómo puedo estar mañana a solas.
- Sigue mi tripa nervioseando cuando ríes -dijo él, ahora sí, mirándola- y mi garganta henchida sin dejar saliva tragar, la emoción al verte mover no me deja respirar, me turbo sólo con imaginarte... pero dime tú cómo hago para que mañana estés tiempo a solas, porque me estrujo a deshoras y a horas mi pensamiento y no sé, no logro saber. Pero ¿y si me giro tanto que no se crucen tus hojas y mis ojos y consiguen que tengas la sensación de estar sola?.
- No servirá. Duerme y gírate. Yo me mantendré despierta. Mañana tú dormirás y yo abriré las hojas. No sé.
Con los ojos ya cerrados y girado, el dice ahora:
- La primera sensación que tuve al sentir brotar tu primera hojita verdosa en mi muslo fue de dolor, de intenso dolor. Pero sucumbí ante tu verso fluido y ante tu menear de hojas elegantemente distante y ante la mirada radiográfica de tus hojas y me diste vida..., sucumbí rama, y si ahora te marchas me matas rama.
Y él durmió de forma imbécil. Y ella se mantuvo despierta agitando hojas de par en par, libre pensaba. Él al día siguiente a su despertar de manera automática, tanto que asustaría, toco muslo acogedor de rama, suave éste y sin rama que le ocupara, lloró tres lágrimas únicamente, que aunque certeras eran, por varón fuerte se era tenido y consentido, su consuelo fue sentirse imbécil, pues imbécil profundo era, por dejarla escapar -pero esa es otra historia que nunca estaría dispuesta a contar-. A ella aún, hoy, se la puede ver con un stand itinerante en carrefour o alcampo o eroski o mercadona... con aspiración no ambulante de permanencia en el corte inglés vendiendo sombras acogedoras a aquellos que fuman rápidos a la entrada de grandes comercios y que son quemados por el sol apurando un exhalar de humo. Aún la acompañan más de tres lágrimas y con el paso de los días se le suman más por todos aquellos a los que cobija en sus hojas y que no aciertan a mirarla como él la miraba.
21 octubre, 2006 18:44
Delicioso texto! Lo devoré! top
22 octubre, 2006 11:51
Ay, qué bonito y qué triste. Me ha emocionado, con lo que a mí me va la clorofila... top
23 octubre, 2006 11:15
Que buena eres
Creo que a Gloria Fuertes le pasaba lo mismo y por eso escribía tan bien. Y luego sin sombra se quedó un poco triste y por eso tenía esos ojos
Un hechizo que compense
Se feliz top
25 octubre, 2006 12:13
Eres absolutamente genial, de verdad que sí.
Tan hermoso tu relato como triste.
Un millón de abrazos top