Mi capacidad torácica se expande. viernes, febrero 24, 2006 |
Hasta hace bien poco en casa no había espejos, así que cada mañana el universo me agasajaba con una grata (falso) sorpresa al ver mi aspecto mañanero en el espejo del ascensor tras haber sido mi matinal rostro lavado y mi salvaje pelo peinado frente una pared de relucientes azulejos. He considerado, con notable acierto, que la anterior frase era un inicio muy propiciatorio y encantador para la historia que les relataré a continuación y que sucedió , sin ir más lejos, esta misma mañana.
Hallábame plácidamente ante el espejo intentando despegar los párpados superiores -que anoche flirteaban ávidos de risas con los inferiores- de sus homónimos de abajo, cuando me sorprendió ver un pósit pegado al espejo. El vivir sola te asegura que no encontrarás pósits pegados en el espejo recordándote que has de desenchufar el calentador o que te aman profundamente, así que aquello era verdaderamente inquietante. Inmóvil y con los párpados ya divorciados acerqué mirada y leí tal que esto:
"Te esperamos en el salón
pues hemos de arreglar
aquesta situación
que nos tiene en un sinvivar."
-¿Rima forzada?, sin duda han de ser ellas que han vuelto... o bien nunca se fueron- me dije sin conseguir respuesta, pues nunca se consigue respuesta ante espejos, a no ser que que mi reflejo hablara, cosa que, afortunadamente para mi estado mental aún no ha ocurrido... discurría en esto cuando oí un murmullo agudo provenir del salón, no sin ciertos reparos por lo de mi integridad física, me dirigí al salón peine en mano (pues de todos es sabido que la mejor arma de defensa personal es un peine). Empujé la puerta y, espaldas contra la pared, apunté con el peine en todas direccciones, no vi a nadie. Pero el murmullo no cesaba, por lo que agudicé ojos localizadores y sí, allí estaban ellas, sobre mi mesa de comedor wengue, unas seis hormigas con pancartas en corro a la voz en grito de:
"Las coristas,
ni somos feministas,
ni somos masajistas,
sino artistas".
De alegres coloridos por trapitos estaban envueltas, y no pude por más que acercarme a ver semejante espectáculo. Supongo que para ellas mi ojo, a unos escasos centímetros, ha de ser algo monstruoso, pero éstas son listas y acostumbradas a vivir con los grindillinis, pues, incluso, alguna se atusaba el pelo -¿pelo?- mirando fíjamente al ojo que las observaba, el mio.
A la espera de futuros acontecimientos abracé mi espalda a la pared, encendí un cigarrillo y puesto que no obtenía explicación de aquella conjura les dirigí una nube cariñosa de humo. La que con más fervor gritaba dejó caer, con ira no contenida, la pancarta en el suelo y se me acercó y así me dijo:
- ¿De qué vas grandullona? -y se puso los brazos en jarra y desafiante esperó mi respuesta.
- Alabo vuestro buen gusto al haber aprendido el uso del resto de las
vocales . Y ahora mis queridísimas pintas diminutas ¿qué quereis esta vez?.
vocales . Y ahora mis queridísimas pintas diminutas ¿qué quereis esta vez?.
- Con sarcasmo barato, mi queridísima grandullona, no llegaremos a buen puerto. Tratémonos bien y lleguemos a un acuerdo que satisfaga a ambas partes. Ya sabes como las gastamos.
Si, era cierto, sabía como las gastaban, pensé y junté mis manos en comunión pues dispuestas estaban a barrerlas de una pasada de mi pisoteada mesa. Hablaría con ellas.
- De acuerdo, y bien... decidme ¿qué quereis?.
- Como bien ves somos coristas -apreté cualquier órgano para no soltar carcajada- queremos que seas nuestra representante, no te será difícil pues, si nuestra información es cierta, ya has lidiado en ese mundo. ¿Qué dices?.
- ¿Que qué digo?, ¡estais locas, el frío ha debido congelar vuestro inexistente cerebro!. No soy corista, ni lo he sido, ni he lidiado en "ese mundo".
- ¿Estás segura, no pretenderás engañarnos?, te hemos oido cantar, incluso ópera, en varios idiomas, a veces.. bailar. No mientas grandullona.
- Eso no significa que sea corista -les dije mientras intentaba calmarme- pero vayamos al quid de la cuestión, ¿coristas, vosotras? pero decidme ¿sabes lo que es una corista o qué sabeis hacer?.
- A ver... cálmate, que yo te explico. Este invierno, cansadas de siglos aburridos de inviernos con despensas llenas pero sin nada que hacer, decidimos que el aburrimiento podría llevarnos por mal camino... -y señalando una de ellas- ¿ves a Marjorie, la de la liga roja?, pues ella comenzó una corta, afortunadamente, carrera de hurtos, ¿Tiffany, la de las plumas azules, la ves?, se pasaba el día frente a tu televisor viendo el tiempo, y así todas... por lo que decidimos dar un rumbo a nuestra vida y hacernos coristas -y dando un salto, tres tirabuzones hacia atrás- alehop.
- No salgo de mi asombro y...
- Calla, calla grandillini, seguro que nos planteas el hecho de que no sabemos hacer nada. Y, queridísima, podrías estar en lo cierto sino fuera porque desde hace unas semanas ensayamos día y noche, construimos un tablao flamenco con mucho esfuerzo y tesón, resguardadito por lo de la ola de frío, allí damos rienda suelta a nuestro arte.
- Y, claro, ahora sé porque me faltan las pinzas de la ropa, ¿ay! y decidme ¿dónde está ese tablao?.
- Lo construimos dentro de tu torax, no veas lo calentitas que estamos allí, no te preocupes porque el único estropicio que hemos hecho ha sido apuntalar algunos órganos que nos obstaculizaban el camino, pero nada más -y se quedó la muy arpia con una sonrisa enorme de aprobación-.
- Ay la leche, con razón llevo semanas sin poder dormir.
- Bah, de acuerdo grandullona, serás nuestra representante. Esta noche función de estreno sólo para ti. Hasta esta noche.
Salieron todas corriendo con grititos de alegría, y allí me dejaron. El problema, una vez me sé con un tablao flamenco dentro de mi torax, es que no sé que harán para que pueda verlas actuar, espero sepan volver a colgarme los ojos en su posición inicial, hacia fuera. Al menos, así puedo ver mi interior.