Y camina la Condesa Bathory con tres vaivenes de cadera simulando curva, que no existe porque por sendero recto caminan dos, y capa larga negra que barre suelo que ya ni toca pues ahora ondeante va. Desde atrás que se ve, que él la ve, figura altiva que ella es, alarga cuello incluso en el caminar, rápida en su andar, capucha que le cubre cabeza negra que es, y él atrás que callado por mandato de la de delante va, y riéndose picarón va, pues la mira y la compara con espectros negros, bultos negros andantes... y divertido saltón va.

- Thorko, desdentado, dime si te pidiera tu alma ¿me la darías? -dijo girando un poco de cuello, tan poco que ni alcanzar ver la boca por la que habla es, sólo nariz ve el de detrás.

- Ay mi señora, pues ya mi corazón le di, y si de memoria soy cierto años ha, que no rige el corazón en cabeza contadora de años, ¿no ve que delgadito y paliducho estoy desde entonces? fíjese que color amarillento de mi faz se ha apoderado y promete seguir a los restos... dígame su segundo otro deseo.

- Maldita sea Thorko, pues no soy de segundos deseos, uno y conseguido será, dime amarillento Thorko y... véndeme tu alma.

- Ay mi condesa -dice el ya sabiente de su pérdida pero en última instancia que apostilla- igual empezó con robar mi corazón y mano que en pecho metió y órgano bonito, único que se llevó, recuérdole que me hallo desde años ha dando golpe seco al pecho, cuarenta y cinco de media, para bombear sangre que oxigene el cuerpo de este desdentado. Y ahora ¿cómo solucionar este futuro entuerto? pues las almas tangibles no son, ¿cómo ponerle precio? -y para sí mismo se dijo que igual robada, vendida, llevada sería.... por qué no provecho obtener- más no podría pertenecerle, ¿y si lo hacemos con pacto caballeril de por medio?, ay señora que me veo amarillo y con ojos huecos y deambulante sin alma que...

- De hecho, pienso que debí pedirte en primer lugar la lengua, músculo sano sin par -y sin terminar frase que final dé, gira brazo que atrapa a Thorko, aprieta nariz, éste que saca lengua en último respiro y ella que muerde y traga.

- Te decía Thorko... ¿me venderías tu alma?, -y transcurrió tiempo, el de él que aún la seguía, a saltitos- espero respuesta desdentado y fiel criado. Bien, afirmas callando.