miércoles, julio 19, 2006 |
Marioneta y sacrificio (el juego).
con el alma
completamente rota
y la tristeza
de no saber qué hacer,
ven al teatro de la vida
o te ayudamos ot e matamos.
Sábado cero horas.
Al tercer pasó tras salir del local donde el (de aquí en adelante: inintildado) acababa de romperle en seis mil doscientos trozos el alma, una octavilla con vida se le metió entre la suela del zapato y el asfalto, dos pasos con saltitos tardó en poder arrancarla, la ojeó resultándole curioso que estuviera compuesta por signos ininteligibles y un fin con cita de sábado por la noche, hecho que habría olvidado en cuestión de instantes para instalarse en su dolor/pena sino fuera porque una lluvia de octavillas desafiantes se le adherían dejándola casi ennoctavillada. Y no cesó tal situación hasta que la más temeraria se le pegó en la nalga izquierda, en donde se mantuvo y todas las restantes desparecieron como si nunca hubiesen existido.
Sumida en la más profunda tristeza decidió mimetizarse de por vida con el sofá hasta que su mano acarició la nalga que ya asumía el color del asiento y rozó la octavilla que ya sí, ahora, no podría apartar de sí. Cuatro días fija la mirada (literal) en el papel hasta destapar el misterio de la octavilla.
Con los nervios escupiéndole en las entrañas se encaminó al lugar que desentrañó y que encubría el enigma de los signos. Llegó a las puertas de un edificio medio derruido, en otra época debió ser un teatro y lo rodeó hasta encontrar un hueco para el acceso. Ahora los nervios le vomitaban en las entrañas. Con el primer paso percibió murmullos rápidos y se dirigió por donde estos venían. Sólo junto piernas en una parada consentida cuando tuvo la completa seguridad de que el murmullo ya estaba transformado en palabras y de que provenían justo detrás de la puerta frente la que se encontraba.
Abrió con cuidado miedoso un centímetro, dos para ver, tres para el conjunto y estaba en el cuarto para entender cuando alguien dijo:
- Te estábamos esperando, pasa humana, bienvenida seas, ven.
Circunspecta y agudizando mirada quedó, inmóvil tras comprobar que en el escenario se encontraban, girados mirándola, unas dieciséis marionetas. Sin orden de sí misma se dirigió por el centro de butacas hacia el escenario, con mirada localizadora buscó a aquellos que debían dirigir los hilos. Pero no vio. No había hilos que manejaran los articulados. Paralizada.
- Otra asustona nos ha tocado, bah -volvió a decir la misma marioneta que antes la recibiera-, no perdamos el tiempo que no nos sobra. Siéntate, ahí tienes una silla. Te contaremos.
Sin el mismo orden de antes se sentó en el círculo de aquellos que antes creía sin vida.
- ¿Esto es una broma? ¿vais a pilas? -dijo como un Derek Jacobi con nervios extremos y seis tazas de cafe solo.
- ¡Ah! empieza a cansarme esto de no ser creidos -respondió la marioneta encarnada en el Sr. Comendador- no responderé sobre mi realidad pues si, humana, miras mis labios comprobarás que el sonido saliente se ajusta a lo que digo y a mis gestos que no a mi camino, pues quieto estoy.
- Creo que la estás liando con eso de los gestos, el camino... -soltó la bella doncella de espesa cabellera rubia con gorro puntiagudo que acaba en velo- concreta, no te disperses, cuenta ya.
Un cuadro escénico desternillado representaban con dieciséis seres de unos cuarenta centímetros y una chica con estupefacta sin saber qué decir o si ordenar a sus piernas que la sacaran en un plim.
- Sea como tú dices bella dama de mis entretelas -irrumpió ahora el apuesto caballero de ancha mandíbula- por lo cual prosigo yo. Humana tú que has logrado descifrar el mensaje que hasta tu nalga llegó tendrás como premio un deseo vengativo a pedir.
- ¿Y tú estás concretando? de resumir tanto haces que no explicas -dijo la bella dama dándole una colleja conejera al apuesto caballero- déjame a mí y tú calla y afila mandíbula. Veamos humana, estos son malos tiempos, incluso para la lírica. No actúamos, no hay títeres, y nos humedecemos y destruimos en viejos baúles, ante lo cual el mago -dijo sin mirar pero señalando al de negro de mirada de rayos equis que asentía- hace magía y yo como cabeza pensante y estos -el resto- actuantes decidimos conceder un deseo vengador a aquel humano que nos conmoviera con su historia de sacrificado amor.
Y ella, sufriente de verás, relató y relató su historia de ella y la historia del inintildado, puesto que paralelas no habían sido, ella sacrificó tiempo y más tiempo en quererle mientras le escuchaba y comprendía y amaba. Con el dulzor que da el doliente que no cree lo que cuenta, por inverosímil, todos los allí presentes le prestaron sus siete sentidos. Soltaron lágrimas al finalizar, tantas y con tanto sentimiento verdadero que crearon pequeños riachuelos que caían en cascadas al foro.
- Pide -dijeron entre sollozos de la más grande congoja.
- Quiero que mi cabeza funcione y haga efectivas mis órdenes. Deseo de corazón un poquito de odio y olvidar, en este orden.
- No es posible lo que pides -dijo la dama que aún llorando continuaba- pues sigues sacrificando tu cabeza y pidiendo odio y olvido, en ese orden. Sé ingeniosa, pide que le crezcan las orejas hasta que al caminar se tenga que hacer ayudar, di rápido sin pensar.
Y sonrió y dijo.
- Bien, pido que en su futuro cada vez que le diga a alguien un "te quiero vida mía", en su cabeza estén esas palabras pero por su boca salga un "soy tonto del culo y estoy abducido", y jamás sea consciente de ello.
- Hecho -dijo el mago.
Y tras un intercambio de teléfonos y un ya quedaremos, salió de allí con la sonrisa más enorme que pudo acaparar.