viernes, junio 30, 2006 |
Let´s do it - o de cómo adjetivarse sin perder el sentido de la estupidez-.
Andaba mórbidamente despreocupada, disimulada, aparentada, adjetivada y más... cuando decidí pasar el fin de semana fuera para recoger lo que me mueve a sonreir -debió ser allá por el día lunes-. El cuarto día de la semana, -jueves, hoy- aún adjetivada, inicio la inocua tarea de preparación para tan magno acontecimiento. Mientras encamino largo pasillo que me lleve al altillo del armario empotrado, todo él, que acoge maleta, discurro en que debe de hacer semanas que no entro en esa habitación porque al girar manivela de puerta que me permita acceso observo, divertida, ventana de par en par -también semanas ha-, giro cabeza -mía- argumentándome despiste anodino y en estas estaba cuando solté un grito atronador y onomatopéyico de necesidad...
Andaba mórbidamente despreocupada, disimulada, aparentada, adjetivada y más... cuando decidí pasar el fin de semana fuera para recoger lo que me mueve a sonreir -debió ser allá por el día lunes-. El cuarto día de la semana, -jueves, hoy- aún adjetivada, inicio la inocua tarea de preparación para tan magno acontecimiento. Mientras encamino largo pasillo que me lleve al altillo del armario empotrado, todo él, que acoge maleta, discurro en que debe de hacer semanas que no entro en esa habitación porque al girar manivela de puerta que me permita acceso observo, divertida, ventana de par en par -también semanas ha-, giro cabeza -mía- argumentándome despiste anodino y en estas estaba cuando solté un grito atronador y onomatopéyico de necesidad...
- ¡Arrrhhhhgggggg! -dije.
Sobre la cama, y en acto durmiente, hay dos seres. Una, de melena extrema, rubia que brilla como los tres rayos de sol que entran, con vestido largo blanco que lleva y florecitas ajadas, junto a ella uno de más corto tamaño es, de nariz asombrosa afilada y tan larga que sombra me hace. Y vuelvo a gritar, ahora con intención despertadora.
-¡Arrrhhhhgggggg! -volví a decir.
Y el tipejo que abre ojo no inmutador. Y yo que brazos en jarra y movimiento inquisidor de media planta de pie que quedo. Y él que cierra ojo. Y yo que de susto ni respiro. Ante la urgencia de algo hacer aplico cierta inteligencia y comienzo, voz en grito, a cantar.
- Libiamo, libiamo ne'lieti calici -así, haciendo todas las voces.
Paro en seco. Dos segundos y tipo que se incorpora y con el ojo que abrió para después cerrar me mira, discurre en cara interrogatoria y me dirige pregunta que dice así:
- ¿Pero qué, caspita y cago en todo, perdón, está pasando?. ¿A qué viene que interrumpas el sueño de estos dos -dice señalándose a él y a la otra- que aquí descansan?.
- Perdón -dije con toda la burla fina que encontré.
- Disculpada quedas, sal.
A punto de perder los nervios y el peinado taconeé, lancé grititos rimantes y volví a decir lo que escribo linea abajo.
- Pero habrase visto tipo semejante. Abandonen de inmediato mi casa o... o... o... no me quedará más remedio que... que... -pensando, pensando dije- terminar la ópera, y a tres voces simultáneas, que aumenta el griterio.
- Ay, he tú -señalando que tome asiento, agitando nariz que intimida, y yo que tomo asiento a los pies de la cama, temblorosa- supóngome yo que iniciamos mal. Paso a presentaciones, esta que yace aquí, medio muerta, medio viva es la ecléctica Bella-Durmiente guionada, yo -dedo que pone sobre su pecho que tabla parece- soy Pinocho. Cansados de hace dos días, ventana abierta que vemos, y yo que con la nariz la subo a ella -y el dedo lo lleva al pecho de ella, señala- con la nariz, la misma mía, hago de pértiga y yo que subo, a dormir los dos.
Sin más, sin palabras que quedo, relajo músculos tensos, antes, y agito cabeza -la mía- con cejas arqueadas invitadoras a que prosiga con lo que iniciado está. Pero a él se le va cerrado el ojo que aún mantiene abierto. Ay.
- ¿Y...? -acierto a decir.
- ¿Pero niña es que no te contaron el cuento?. Ella duerme que te duerme, los malos que nos persiguen, y ella duerme, y nos escondemos, y ella duerme, nos escondemos hasta en el futuro pero ella duerme. Y yo que muero de amor por ella, aunque duerma.
- Jodio -le digo- ¡pero no recuerdas que besándola se despertará y así podréis abandonar la huida y por ende mi hogar!.
- Ay, y lo intento humana, lo intento -con congoja del alma, dice- pero mira aquesta nariz de larga que es no permite a estos labios -se señala- que rocen los aquestos -se los señala-.
- Quita, quita que soluciono pronto yo esto -y alargo mano (por no alargar cuento) y saco segueta- mira, con esto la cortas, y con esto -igual procedimiento para sacar lima de uñas- la redondeas, la besas y os marcháis a comer perdices hala.
- Calle, calle le digo, que si eso ejecuto ¿en qué cuento me querrán?, calle ilusa.
- Ah, no había caido yo -y con prisas maleteras digo- pues hale a dormir sea dicho, y tranquilos ambos que ya no canto más. En la cocina queda algo de leche, lo digo por si se despierta, para el desayuno... vamos.
Así mi mano a maleta, salí haciendo reverencias dobladoras de cintura, cerré puerta. Mañana marcho.