sábado, septiembre 13, 2008 |
Creo fírmemente en mí, a veces, tanto que prometí a mí misma la más sagrada de las promesas: no exponerme jamás.
Tan vana fue mi promesa, que a pesar de encontrarme tan radiante que rivalizaba con el mismísimo astro sol, tardé en caer lo mismo que lo hace un alcohólico vano en el alcohol.
Hallándome en mitad de la exposición radiante me duele hasta el alma, lo supe cuando, en una segunda pasada de pasillo largo de mi casa, vi una lágrima que se calló en una primera pasada de pasillo largo de mi casa.
Y estoy tan segura de la caida, a pesar de mi fingida rivalidad con el astro sol, que ya voy acomodándome a ella, dispuesta, preparada, arreglada, amoldada....