miércoles, abril 25, 2007 |
Descargo o lo que sé de cuando no me quiso.
Este sitio nunca se ha caracterizado por una exposición de la que suscribe en exceso personal. A pesar de ello, en cada escrito hay un sinfín de pinceladas tan personales e íntimas que si tuviera constancia de su trascedencia, y entendederas hacia el que lee, mandaría el susodicho sitio a tomar por ambas nalgas. El motivo, por intranscendente, nace muerto. Me dispongo, pues, a hacer una salvedad a todo lo anteriormente relatado y a hacer una introspección mismamente hacia mis adentros y referir, ya puestos, a por qué sigo sin tener facilidad para el respirado de aire o por qué el nudo en la garganta persiste en su anudamiento. La causa, en última instancia y sabedora yo de ello, es el enamoramiento de vientre, vulgarmente conocido como de tripas. Si bien los enamoramientos de sesera, corazón, alma... incluso los de manos no sufren, en la mayoría de los casos, lesiones duraderas y de irreversibles resultados; no ocurre así en el caso de los enamoramientos de tripas, pues estos persisten en el daño causado a lo largo del tiempo, visible en el hecho devastador de que hay días en que el estómago continúa batiendo caprichoso tripas, sin orden ni mesura.
Introspeccionándome me hallaba cuando...
decidí cerrar ojos y esperar ser sumida en un sueño tranquilizador. Ocurre -y esto cuenta como inciso explicador- que en la necesidad de ingerir líquido encontré cierto placer al beber Font Vella con sabor limón, no ocurriendo así con el agua mineral a secas que me aburría tanto que dejé de tomarla. Ocurre -igualmente como inciso explicador- que a lo largo de la noche me despierto en varias ocasiones sedienta de este líquido. Ocurre -ya sin ser inciso explicador, sino arranque de la historia verdadera- que me acomodé en la duermevela, caliente, estirada... y en la media vuelta conciliadora me di de bruces con con un ser de escasos centímetros con un cierto y preocupante parecido a James Brolin que me dijo así:
- Pide un deseo mujer gigante.
- ¿Tres? -dije yo.
- No, mujer sorda, uno, pide uno y no te pases de listilla o te quedas sin deseo.
Instalada y creyente yo en mi sueño, le pedí agua mineral Font Vella con sabor a limón y por si colaba le pedí que ésta me fuera dada sin necesidad de levantarme a media noche. Ya imaginaba yo el vaso a escasos centímetros de mi sedienta boca siempre que ese fuera mi deseo. Sí, eso deseaba.
Al despertar con ese maravilloso sonido del despertador taladrante de sienes me introspeccioné por esto de mis sueños absurdos. Nada más lejano a la triste realidad, pues estando frente al espejo que me devuelve mi bello rostro pude comprobar que en mitad de mi frente se hallaba un grifo de cobre estilo rococó. Me quedé inmóvil, absorta, estupefacta, imbécil... abrí el grifo y de él brotaba la más abundante y fresca agua con sabor a limón Font Vella. Los hechos que sucedieron a continuación serán imaginables y cuando menos entendibles por todos, sin flequillo tapador aquel grifo en mi frente era más visible que la contenedora, yo.
Nunca tengo sed. Mis amigos se me disputan en excursiones, viajes, salidas...
Esto es lo que sé de cuando no me quiso.
Este sitio nunca se ha caracterizado por una exposición de la que suscribe en exceso personal. A pesar de ello, en cada escrito hay un sinfín de pinceladas tan personales e íntimas que si tuviera constancia de su trascedencia, y entendederas hacia el que lee, mandaría el susodicho sitio a tomar por ambas nalgas. El motivo, por intranscendente, nace muerto. Me dispongo, pues, a hacer una salvedad a todo lo anteriormente relatado y a hacer una introspección mismamente hacia mis adentros y referir, ya puestos, a por qué sigo sin tener facilidad para el respirado de aire o por qué el nudo en la garganta persiste en su anudamiento. La causa, en última instancia y sabedora yo de ello, es el enamoramiento de vientre, vulgarmente conocido como de tripas. Si bien los enamoramientos de sesera, corazón, alma... incluso los de manos no sufren, en la mayoría de los casos, lesiones duraderas y de irreversibles resultados; no ocurre así en el caso de los enamoramientos de tripas, pues estos persisten en el daño causado a lo largo del tiempo, visible en el hecho devastador de que hay días en que el estómago continúa batiendo caprichoso tripas, sin orden ni mesura.
Introspeccionándome me hallaba cuando...
decidí cerrar ojos y esperar ser sumida en un sueño tranquilizador. Ocurre -y esto cuenta como inciso explicador- que en la necesidad de ingerir líquido encontré cierto placer al beber Font Vella con sabor limón, no ocurriendo así con el agua mineral a secas que me aburría tanto que dejé de tomarla. Ocurre -igualmente como inciso explicador- que a lo largo de la noche me despierto en varias ocasiones sedienta de este líquido. Ocurre -ya sin ser inciso explicador, sino arranque de la historia verdadera- que me acomodé en la duermevela, caliente, estirada... y en la media vuelta conciliadora me di de bruces con con un ser de escasos centímetros con un cierto y preocupante parecido a James Brolin que me dijo así:
- Pide un deseo mujer gigante.
- ¿Tres? -dije yo.
- No, mujer sorda, uno, pide uno y no te pases de listilla o te quedas sin deseo.
Instalada y creyente yo en mi sueño, le pedí agua mineral Font Vella con sabor a limón y por si colaba le pedí que ésta me fuera dada sin necesidad de levantarme a media noche. Ya imaginaba yo el vaso a escasos centímetros de mi sedienta boca siempre que ese fuera mi deseo. Sí, eso deseaba.
Al despertar con ese maravilloso sonido del despertador taladrante de sienes me introspeccioné por esto de mis sueños absurdos. Nada más lejano a la triste realidad, pues estando frente al espejo que me devuelve mi bello rostro pude comprobar que en mitad de mi frente se hallaba un grifo de cobre estilo rococó. Me quedé inmóvil, absorta, estupefacta, imbécil... abrí el grifo y de él brotaba la más abundante y fresca agua con sabor a limón Font Vella. Los hechos que sucedieron a continuación serán imaginables y cuando menos entendibles por todos, sin flequillo tapador aquel grifo en mi frente era más visible que la contenedora, yo.
Nunca tengo sed. Mis amigos se me disputan en excursiones, viajes, salidas...
Esto es lo que sé de cuando no me quiso.