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jueves, marzo 08, 2007 |

Respiremos que todo acaba, o no.

Por enésima vez alguien me contó como verdad verdadera que un amigo de un amigo del primo segundo de un hijo de su tio abuelo casado en segundas nupcias había tenido un encuentro con la chica de la curva, ella ataviada con una vaporosa túnica blanca que haciendo autostop a altas horas de la madrugada fue amablemente invitada a subir al coche por éste y ella mustia y pálida y él mirante de reojo y ella que habla y él que escucha y ella que avisa del peligro de la próxima curva y él que toma precaución salvadora de vida y ella que desaparece. Y él, como no podía ser de otra forma, es descubridor en días posteriores de que una chica murió justito en esa curva hace la hostia de años. Y todo se dá por verdadero y se fabula de igual forma.

Sin más motivo que la jodida e incesante curiosidad inicié mis pesquisas, duraron éstas exactamente tres minutos y dieciséis segundos, justo el tiempo que necesité para engatusarla con la promesa de que la entrevista sería leida por los humanos de este planeta, tres más del sistema solar y quince de planetas aún no descubiertos. He aquí lo que me contó.

- Ella: ¿Y dice usted, señorita, que publicará esto en un blos?.

-Yo: Blog, si.

-Ella: ¿Y dice usted, señorita, que lo leerá todo el mundo?.

-Yo: Pues... en principio..., es decir..., expuesto, que es lo importante, estará. Pero no creo que lo importante sea sólo que sus lectores sean tres mil millones o tres personas, yo, sinceramente, creo que...

-Ella: Eso, señorita, es discutible.

-Yo: Pues... puede, pero iniciemos conversación y dejémonos de formalismos-y ella que resoplando asiente- ¿Qué hay de cierto en todo lo referente a la historia de la mujer de la curva?, ¿Y qué te relaciona a ti con todo ello?

-Ella: Mire señorita, estaba yo un día en la cola del inem soñando con que vinieran los del CNI para...

-Yo: ¿CNI?.

-Ella: Si, calla, no interrumpas que ya iba embala, Centro Nacional de Inteligencia, servicios secretos españoles, pues eso... que esperaba que me pidieran que me alistara en sus filas, agente secreto yo... ay -miraba para el techo como esperando que le cayera una maritoñi de chocolate- espia por el mundo mundial, cuando de repente se me acercó un tipo moreno, bajito, orondo y con bigote de la DGT, que me dijo así "¿busca trabajo señorita?", y tras una charla me encontré alistada en la Dirección General de Tráfico. En un principio me imaginé en una gran sala de controles con lucecitas de colores controlando el scalextric traficateril, en un principio... pues ocurrió que consistió en que me sueltan en una curva y a esperar que pase alguno a gran velocidad, enseño pierna, me suben... me hago la lánguida blanquita, aviso del peligro de la curva, abro la puerta con cuidado de no ser vista y me tiro a la carretera. Y a esperar a otro. Así todas las noches.

-Yo: ¿Qué?

-Ella: ¿Se lo vuelvo a contar, es que no me ha oido?.

-Yo: No, no, la oí, sólo es que estoy perpleja.

-Ella: Ay señorita, pues más de eso....

-Yo: Perpleja.

-Ella: Pues eso, que más quedará así si le cuento que mi Pepe me ha dejado pues no se fía de mí, no me cree cuando le digo que he estado en Cádiz, pues dice que al día siguiente oye a tal o cual tipo hablando de la mujer de la curva que se vió en Cuenca.

-Yo: Ay.

-Ella: ¿Qué le duele señorita?.

-Yo: No, nada, era un lamento por su historia.

-Ella: Pues espere, que le cuento que me pego unos piñazos tremendos al caer del coche en marcha y ni un alarido de dolor puedo dar para no ser oida.

-Yo: Vaya.

-Ella: ¿A dónde?.

-Yo: No, no, no era un imperativo, sólo una expresión, apenándome.

-Ella: Vale, pues he de irme, esta noche voy para Oviedo, hay un par de malas curvas. ¡Ah!, por favor no diga que me llamo María Régula Piñero García, en caso contrario, con la fama sobrevenida, dejaría de tener efecto mi trabajo, vuelta a la cola del Inem, ya sabe señorita.

-Yo: No se preocupe María Régula. Vaya.

-Ella: ¿Se sigue apenando por mí?.

-Yo: No, ahora sí era imperativo, vaya, vaya a trabajar.